Pase, doctor. Es aquí, sí. Yo le he llamado, sí. Mi marido ha tenido un
accidente. Sí, creo que es un accidente grave. Muy grave. Hay que subir al
primer piso. Está en nuestro dormitorio. Por aquí. Discúlpeme, la cama no está
hecha. Como comprenderá, me he alarmado cuando he visto tanta sangre. No sé si
tendré el valor de limpiar todo esto. Creo que iré a vivir a otro sitio.
Aquí
está la habitación, venga. Está aquí, al lado de la cama, sobre la alfombra.
Tiene un hacha clavada en el cráneo. ¿Quiere examinarlo? Sí, examínelo. Vaya
accidente más estúpido, ¿verdad? Se cayó de la cama mientras dormía y cayó
sobre esta hacha.
Sí,
el hacha es nuestra. Suele estar en el salón, al lado de la chimenea, sirve
para cortar ramas.
¿Que
por qué estaba al lado de la cama? No tengo ni idea. Seguramente él mismo la
apoyó contra la mesita de noche. Tal vez temía a los ladrones. Nuestra casa
está bastante aislada.
¿Dice
usted que está muerto? Enseguida creí que estaba muerto pero pensé que sería
mejor que un médico se asegurara.
¿Quiere
hacer una llamada? ¡Ah, sí! A la ambulancia, ¿verdad? ¿A la policía? ¿Por qué?
Ha sido un accidente. Simplemente se ha caído de la cama sobre un hacha. Sí, es
extraño, pero hay montones de cosas que pasan así, de la forma más tonta.
¿No
estará pensando que he sido yo la que ha puesto el hacha al lado de la cama
para que se caiga encima? ¡Cómo iba a saber que se caería de la cama!
¿Acaso
cree que lo he empujado y luego me he dormido tan tranquila, por fin sola en
nuestra cama grande, sin oír sus ronquidos ni notar su olor?
Doctor,
no irá usted a suponer semejantes cosas, no puede…
Es
verdad, he dormido bien. Hacía años que no dormía tan bien. No me he despertado
hasta las ocho de la mañana. He mirado por la ventana. Hacía viento. Las nubes
blancas, grises, redondas, jugaban frente al sol. Me sentía feliz y pensaba que
con las nubes uno nunca sabe. A lo mejor se dispersaban —corrían tan rápido— o
formaban un conjunto y descendían sobre nosotros en forma de lluvia. Me daba
igual. Me gusta mucho la lluvia. De hecho, esta mañana todo me parecía
maravilloso. Me sentía aliviada, liberada de una carga que hace tanto tiempo…
Fue
entonces cuando, al volver la cabeza, vi el accidente y enseguida le llamé.
Usted
también quiere hacer una llamada. Aquí está el aparato. Va a llamar a la
ambulancia para que se lleven el cuerpo, ¿verdad?
¿Cómo
que la ambulancia es para mí? No lo entiendo. No estoy herida. No me he hecho
ningún daño, estoy muy bien. La sangre que llevo en el camisón es de mi marido,
ha salpicado cuando…
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